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miércoles, 17 de febrero de 2016

Malcom Lowry, el escritor que bajó a los infiernos



Malcom Lowry,
Continuado con  el ciclo de escritores suicidas, en esta ocasión protagoniza este espacio la figura de Malcolm Lowry (Cheshire, 28 de julio de 1909 - 26 de junio de 1957), poeta y novelista inglés. Hijo de un próspero comerciante en algodón, miembro de la iglesia metodista  y puritano, y de una madre distante por cuestiones de salud a la que siempre alude Lowry con profunda emoción y ternura a pesar de que se crió entre nurses, niñeras e institutrices que nunca pudieron llenar el vacío de la ausencia emocional de su madre. Su rebeldía estuvo marcada por la rigidez puritana del padre y la ausencia afectiva de la madre que crearon así la rebeldía del escritor desde sus primeros años, sobre todo a partir del momento en el que fue internado en un colegio cuando sólo tenía siete años.
Ante el enigma que representa todo suicidio, cabe preguntarse qué fue lo que llevó a este escritor que tuvo en su atormentada vida dos pulsiones a las que se entregaba denodada y apasionadamente desde muy temprana edad: la literatura y el alcohol, en un orden que podía ser alternativo, según el periodo de su vida que se tratara.
Su inquietud le llevo a abandonar sus estudios de filosofía en Cambridge, después de graduarse en la Leys School y en St. Catharine's College de Cambridge, en 1931  para enrolarse como marinero, trabajo que le permitió viajar mucho, llegando hasta el Lejano Oriente, lo que le inspiró su primera novela Ultamarina (1934), inspirado  en un viaje que hizo a Shanghái y Yokohama, a bordo del carguero Pyrrus,
A lo largo de su vida residió en EE.UU. México, Canadá e Italia. Después, se instaló en Francia y en dicho país contrajo matrimonio con la estrella de Hollywood, Jan Gabrial, en 1934, la que fue su primera esposa con la que mantuvo un matrimonio tormentoso que atravesó por diversas rupturas, la primera de las cuales le obligó a seguir a su esposa hasta Nueva York, ciudad en la que ingresó en el Hospital Bellevue, en 1936, por su problema de alcoholismo. Después, la siguió hasta Hollywood, en donde comenzó a trabajar como guionista.
Más tarde, el matrimonio se instaló en el Hotel Casino de la Selva de Cuernavaca, México, a finales de 1936, en un fallido intento de salvar su relación; pero no pudieron superar sus problemas conyugales y su esposa lo abandonó a finales de 1937, por lo que Lowry quedó solo en Oaxaca, lo que le llevó a un declive total en su alcoholismo y a una etapa de autodestrucción que motivó en la deportación a Inglaterra.
Sin embargo, a pesar de su alcoholismo inmisericorde, supo transformar  sus demonios interiores en fuente de inspiración que nutrió su rutilante carrera literaria, aunque plagada de accidentes y pérdidas de manuscritos, en la que se advierten los ecos de la influencia de Melville y Joyce en sus obras novelísticas, entre las que destacan títulos como Bajo el volcán, 1947,-un clásico de la literatura contemporánea universal y una de las obras más importantes del siglo XX-Lunar cáustico, 1963; Oscuro como la tumba donde yace mi amigo, 1968, y Piedra infernal, novela inspirada en cierto episodio autobiográfico; sin olvidar su  excelente obra poética, de la que es ejemplo El trueno más allá del Popocatépetl,  y epistolar, reunida esta última con el título El viaje que nunca termina. Correspondencia (1926-1957).
            Se trasladó a Canadá, en 1939, y contrajo matrimonio con su segunda esposa, Margerie Bonner, actríz y escritora. El matrimonio vivió en una playa cerca a Dollarton, en la Columbia Británica, en una cabaña en la que no sólo vivían sino que también les servía de refugio para escribir.
            Lowry dejó inconclusa una gran cantidad de manuscritos, a pesar de que publicó poco durante su vida. S propia biografía sirve de base a varias de sus obras, en las que se pone de manifiesto el método que empleaba como armazón de su escritura que constituía con elementos autobiográficos y después ir completándolo con sucesivas capas de gran complejidad y simbolismo. Sirve de ejemplo su obra Bajo el volcán en la que se presenta una red de relaciones destructivas, protagonizada por el trasunto del propio Lowry, el alcohólico Geoffrey Firmin, excónsul británico en Cuernavaca, ciudad en la que transcurre la novela, en el año en que el Presidente Cárdenas nacionalizó el petróleo de las compañías británicas y estadounidenses, en 1938. Novela que plasma la experiencia tenebrosa del protagonista, en el Día de todos los muertos de 1938, durante la borrachera de mezcal en la que todos los demonios interiores del protagonista suben a la superficie para hacerle bajar a los infiernos mentales del delirio alcohólico. La novela pudo publicarse gracias a la buena labor del editor Albert Erskine, fiel amigo de Lowry y ferviente admirador de su obra y talento.
Lowry seguía bebiendo con su exceso habitual, aunque esta etapa de su vida fue para él principalmente tranquila y productiva literariamente que duró hasta 1954, año en el que comenzó de nuevo otra etapa nómada en la que el matrimonio realizó diversos viajes a Europa, Estados Unidos y el Caribe.
Lowry siempre mantuvo una constante búsqueda de padres sustitutos que compensaran la ausencia que siempre tuvo de esas dos figuras principales en la vida de todo ser humano para poder llegar a crecer y madurar con equilibrio. Ello le llevaba a buscar la compañía de escritores de mayor edad que pudieran ser sus mentores y le orientaran en su ansiada carrera literaria, contrapunto necesario a la figura paterna que sólo era la fuente monetaria que le proporcionaba los recursos materiales necesarios. Para él su infancia sólo era el recuerdo de un período doloroso en el que se sintió  aquejado de diversas enfermedades, quizás como reacciones psicosomáticas ante la ausencia emocional de sus progenitores que sólo eran unas figuras  ausentes y frías en su escaso trato.
            Eso le llevó siempre a buscar en las mujeres a la figura de la madre-amante, según decía su primera esposa, Jan Gabrial; o a la figura de "la mártir", a la que representaba Margerie, su segunda esposa, que era la representación del amor añorado de su madre ausente. Quizás, por ese motivo, los dos matrimonios estuvieron abocados al fracaso, a lo que se sumaba su alcoholismo y sus instintos que basculaban entre los del suicida al homicida. Los médicos le aconsejaban a Margarie que lo dejara, por el peligro que corría ella, si es que antes de agredirla no se suicidara Lowry, lo que al final hizo, eligiendo así la propia destrucción antes que la de otro ser humano.
Lowry era aficionado a todo aquello relacionado con el deporte, el mar, los barcos, las mujeres y, sobre todo, el alcohol y la literatura que eran, estas dos últimas, sus verdaderas pasiones.
Sus excesos alcohólicos y su propia angustia fueron el detonante de su suicidio, con la ayuda de una gran ingesta de barbitúricos mezclados con alcohol,  para poner fin así a ese infierno interior en el que no encontraba paz, aunque su talento seguía intacto, pero quizás el propio Lowry era quien menos creía en su capacidad creadora  y en su  posible redención.
Lowry falleció el 26 de junio de 1957, en la villa de Ripe, Sussex del Este, en la que residía con su esposa.
            El resto de sus obras fue publicado  póstumamente: una colección de historias cortas, Escúchanos, oh Señor, desde el cielo tu morada (1961), las novelas Oscuro como la tumba donde yace mi amigo (1968) y Ferry de octubre a Gabriola (1970). Poemas selectos (1962) , publicaos por el poeta Earle Birney, y éste y Margerie Bonner Lowry, la viuda de Lowry, publicaron conjuntamente Lunar Caustic (1968).
            Malcom Lowry tuvo siempre una vida azarosa, autodestructiva, atormentada, inestable, apasionada y, sobre todo, dramática; acosado por aquellas carencias afectivas, su propia inseguridad, su dipsomanía y su búsqueda  en otros de esas dos figuras paternales irremplazables que, en su ausencia, le marcaron irreversiblemente con el sello de la angustia, la soledad y la negación de su propia identidad que es, quizás, la que buscaba siempre afanosamente en el fondo de un vaso de alcohol, para reconocerse y sentirse reflejado en su propia imagen de hombre derrotado.