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sábado, 25 de abril de 2015

Cesare Pavese

Cesare Pavese, escritor italiano.

       Como continuación al ciclo de escritores suicidas, se ofrece en esta edición la figura de Cesare Pavese, el extraordinario escritor, poeta, crítico literario y traductor piamontés que también, en un día aciago, puso fin a su vida en un hotel cualquiera de Turín, como un último gesto que sustituyera todas las palabras.

Cesare Pavese                                                                                                      
            Poeta y novelista italiano, nacido en Santo Stefano Belbo, una pequeña localidad del Piamonte italiano, el 9 de septiembre de 1908. La temprana muerte de su padre, le hizo quedar muy influenciado por la fuerte personalidad de su madre y de su única hermana, cuyas relaciones le marcó profundamente durante toda su vida en su posterior trato con las mujeres. Una dolorosa vivencia le dejó una profunda huella: cuando su padre estaba agonizando por un tumor cerebral y solicitó a su esposa que le permitiera ver y despedirse de una mujer con la que había mantenido relaciones sentimentales, ella se negó, y a Cesare Pavese le quedó marcada la fría determinación de su madre ante la petición del padre moribundo.
        Estudió filología inglesa en la Universidad de Turín, a partir de 1926,  etapa universitaria que le marcó profundamente por haber conocido a personajes como el filósofo Norberto Bobbio y el escritor Leone Ginzburg. Una vez obtenida la licenciatura, en 1930, con una tesis sobre W. Whitman que obtuvo altas calificaciones, se dedicó especialmente a traducir a varios escritores norteamericanos como son Sherwood Anderson, John Ernst Steinbeck, Ernest Hemingway, Gertrude Stein y otros muchos. Además, comenzó a escribir crítica literaria y comenzó su andadura como editor en la editorial Einaudi  de la que fue cofundador cuando se traslada a Turín dicha editorial, y en la que permaneció hasta su muerte.
                Colaboró en la revista La cultura y empezó a dirigir desde marzo de 1934 hasta enero de 1935, en la que publicó sus escritos antifascistas -a pesar de que en 1932 se había inscrito en el Fascio más por conveniencia que por convencimiento ideológico-,  en el lo que le hizo ingresar en prisión en la que continuó escribiendo. Su militancia antifascista proviene de su época universitaria, cuando se funda en París, en 1929, un movimiento de tal índole, Giustizia e Libertà, creado por un grupo formado por intelectuales italianos exiliados en Francia que se definen como republicanos, socialistas y demócratas, al que el grupo de  sus amigos se adscriben, a través de una célula clandestina de dicho movimiento político fundada en Turín por Leone Ginzburg.  Se adhirió también Pavese, aunque sin demasiado  protagonismo en cuanto a la acción  requerida por la causa política, pues siempre estaba en un discreto segundo plano. Esa vinculación política e ideológica sufrió una evolución que le llevó hasta el partido comunista desde el final de la II Guerra Mundial.
            Su primera obra Trabajar cansa (1936), muestra su total oposición al hermetismo de la poesía italiana. En sus obras de narrativa Pavese trata siempre de forma recurrente sobre los conflictos de la vida contemporánea y la soledad del individuo que lucha por encontrar su propia identidad. Un ejemplo de ello son títulos como La luna y las fogatas (1950) que está considerada su mejor novela. Al igual que el más bello de sus poemas y el más lúcidamente  desesperanzado es Vendrá la muerte y tendrá tus ojos (1951) que se transcribe a continuación:

Y vendrá la muerte y tendrá tus ojos

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
esta muerte que nos acompaña
desde el alba a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un absurdo defecto. Tus ojos
serán una palabra inútil,
un grito callado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola te inclinas
ante el espejo. Oh, amada esperanza,
aquel día sabremos, también,
que eres la vida y eres la nada.

Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como ver en el espejo
asomar un rostro muerto,
como escuchar un labio ya cerrado.
Mudos, descenderemos al abismo.

            Otras obras de narrativas suyas son Allá en tu aldea, (1941),La playa, (1942); La cárcel (1949); Antes de que el gallo cante (1949); El bello verano, (1949); Entre mujeres solas (1949); El diablo en las colinas (1949); La luna y las fogatas (1950). Su diario El oficio de vivir (1952), ofrece las más bellas y conmovedoras páginas escritas por Pavese que refleja en ellas su más íntima desolación y amargura.
            Pavese está considerado como perteneciente a la generación neorrealista italiana y fue muy notable su labor de difusión de los novelistas norteamericanos, tanto por sus traducciones de los escritores antes mencionados, como por su colaboración en la antología Americana (1942), en colaboración con E. Vittorini, además de su obra sobre la literatura americana que compendia sus extensos conocimientos del tema y que lleva por título La literatura americana y otros ensayos (1951).
            Esto en cuanto a su actividad literaria, pero la faceta humana del escritor queda siempre desdibujada por su propia obra literaria. Todo confluye en un ser humano hasta llevarlo al suicidio cuando la vida le parece un suplicio atroz del que es preciso escapar.
             Pavese sufría una fuerte depresión desde hacía muchos años, además de problemas de salud como eran los que le afectaban al sistema respiratorio y que  padeció desde siempre. Por otra parte, los continuos desengaños amorosos que sufría desde su etapa universitaria en la que tuvo relaciones sentimentales fracasadas, tanto con una compañera de estudios como con dos bailarinas del music-hall, sucesivamente. Los dos primeros desengaños le dejaron profundamente desencantado y convencido de que siempre fracasaría en el amor. Después, la segunda bailarina, Milly, le hiere aún más cuando la espera durante horas, bajo una intensa lluvia, a la salida del teatro donde actuaba, mientras ella sale por otra puerta y ve como se aleja en un coche acompañada por otro hombre a pesar de haberse citado con Pavese. Esto aumenta aún más su depresión y sensación de absoluto fracaso.
            A ello se suman sus escarceos políticos y los períodos de cárcel y confinamiento que sufre a causa de ello. Fue en mayo de 1935 cuando fue detenido por la policía fascista junto a Giulio Einaudi, Carlo Levi y el propio Cesare Pavese, entre otros. Dicha detención parece causada por la relación sentimental que tiene en esos momentos con una enigmática mujer -posible estudiante de matemáticas y  de afiliación comunista-, a la que sólo denomina con una "T", o con los apelativos de "la mujer de la voz ronca" o "la señorita", y quien le solicita a  Pavese que sirva de enlace con Altiero Spinelli, un antiguo amante y dirigente del Partido Comunista que se encontraba en la cárcel. La policía encontró en casa de Pavese las cartas de Spinelli y eso le supuso ser detenido, primero en Turín y, posteriormente, enviado a Roma a la prisión Regina Coeli. En agosto de dicho año es condenado al confinamiento en el pueblo calabrés de Brancaleone, en el que vivió con extrema dureza por las malas condiciones que empeoraron su problemas de salud, además de sufrir el aislamiento de su familia y amigos y de su siempre añorada mujer de la que seguía enamorado. Esto le producía la consiguiente sensación de desarraigo, soledad e infortunio, como manifestaba en la correspondencia que mantenía con su hermana y con algunos amigos, además de hacer continuas referencias a su amada, causa indirecta de su confinamiento, pero a quien sigue amando apasionadamente. Durante  esta etapa empieza a escribir sus diarios que serían después publicados a título póstumo con el título de El oficio de vivir, en 1952, y que es un referente obligado en su obra por su profundidad y conmovedora belleza.
            Consiguió el indulto, al fin, en 1936, por su precario estado de salud. Aunque otro golpe emocional le esperaba a su regreso a Turín, cuando se entera, nada más llegar a la estación de Turín, que la mujer a la que consideraba el amor de su vida, la misteriosa mujer de voz ronca, se ha casado con otro hombre que no era otro que el propio Spinelli, al que ayudó a seguir en contacto con ella y que le supuso el confinamiento.  Este nuevo golpe le hunde aún más en la depresión que ya padecía y que le lleva a refugiarse en casa de su hermana y permanecer encerrado en su cuarto durante días.
            Comienza una nueva relación, en 1940, con una antigua alumna suya, Fernanda Pivano, idilio que dura cinco años y, aunque Pavese le pide que se case con él, ella le rechaza y termina casándose con otro, lo que aumenta aún más si cabe la depresión y total sensación de fracaso sentimental y personal, además de aumentar sus complejos físicos que le acompañan desde siempre. Ni siquiera el éxito conseguido por su obra De tu tierra (1941) le animan en la profunda depresión que arrastraba.
            El inicio de la II Guerra Mundial también viene a obstaculizar sus planes y los del resto de sus conciudadanos. Se traslada a Roma para dirigir la editorial Eunaudi, pero es llamado a filas. Es declarado inútil para el ejército por sus problemas respiratorios y vuelve a Roma, ciudad en la que permanece hasta  el derrocamiento de Mussolini, en 1945, que es cuando decide regresar a Turín e ingresa en el Partido Comunista, al que consideraba única vía de solución de los graves problemas que tiene Italia después de la guerra. Allí sigue trabajando, impartiendo clases en un colegio, a pesar de los continuos bombardeos que sufre la ciudad. Sus amigos se alistan a la Resistencia, aunque él se siente incapaz de aceptar un compromiso que le exige actuar para lo que está incapacitado tanto física como temperamentalmente. En esa etapa escribe Diálogos con Leucó (1947), que  son varios diálogos que protagonizan los dioses de la mitología griega. Obra que representa y sintetiza el concepto del mito que tiene Pavese. El nombre de Leucó esta inspirado en el nombre de la diosa griega Leucothea que ayudó a Ulises en su encuentro con Poseidón. En ese año también publica otras dos obras: El camarada, y, después, La tierra y la muerte, que obtienen una excelente acogida por parte de la crítica y el público que le consagra literariamente.
            Toda su frustración por su incapacidad de actuar en el terreno político, su pasividad personal ante el peligro que representaba el fascismo y el rechazo que siente hacia sí mismo por ese motivo  los vuelca en  el relato La casa de la colina.
            Años más tarde, en 1950, comienza una nueva relación con Constance Dawling,
Constance Dawling, actríz
actriz americana, la mujer que sería su último amor fallido, a la que conoce cuando llega a Italia para trabajar en el entonces floreciente cine italiano. Para Pavese es su última oportunidad de alcanzar el amor y la estabilidad sentimental, pero ella vuelve a Estados Unidos, dando por finalizado el romance. Este nuevo fracaso sentimental lo sume definitivamente en la más absoluta desolación.
            Recibe en ese mismo año el prestigioso premio literario Strega por su obra  La Luna y las fogatas, obra en la que el escenario lo sitúa en el ya perdido escenario rural de la infancia, aunque este galardón no consigue sacarle de la profunda depresión que sufre y que se advierte en su diario en el que sus textos son cada vez más depresivos y en los que alienta una total desesperación y sentimiento de fracaso vital.
            El 27 de agosto de 1950, Cesare Pavese se encuentra hospedado en el Hotel Roma de Turín. Aunque hace tres o cuatro llamadas telefónicas a otras tantas amigas para que vayan a reunirse con él, ninguna acepta. Curiosamente, una de ellas es Fernanda Pivano, su antigua amante, que sería después la  reputada periodista que entrevistaría a Charles Bulowski en el famoso libro "Lo que más me gusta es rascarme los sobacos". Por las continuas negativas que recibe, solo y completamente abatido, decide poner fin a su vida tomando una gran cantidad de somníferos. Antes había escrito una escueta e inquietante nota en su diario como explicación de su último y fatal gesto: "Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más". Ese acto fatal, en el que no cabían más palabras, sino sólo la acción, la capacidad de  tomar una última y trágica decisión que siempre le costó tener para asumir compromisos políticos y le impidió actuar cuando sus amigos lo hacían en defensa de sus ideales y de su país que estaba en peligro.
             Por último, en su mesilla deja un ejemplar de Dialogo con Leucó, en el que ha escrito una corta y sobrecogedora despedida en la que se resume su propia aceptación de su derrota vital, de su incapacidad para seguir viviendo en un mundo en el que no tienen cabida su sensibilidad artística, soledad y total desamparo, a los que no compensa su triunfo literario: "Perdono a todos y a todos pido perdón. No chismorreen demasiado".
            Después de su muerte, la editorial Einaudi, en 1957, creó un premio literario para honrar su memoria. Esa misma memoria de fracasos personales  le llevó a la muerte por su incapacidad de olvidar su infortunio y su fragilidad de hombre solo, vulnerable e incomprendido por quienes más le importaban. Eso lo explica en una sola frase que sintetiza la razón que le llevó al suicidio: "Uno no se mata por el amor de una mujer. Uno se mata porque un amor, cualquier amor, nos revela nuestra desnudez, nuestra miseria, nuestro desamparo, la nada".
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Bibliografía:

LA INMENSA SOLEDAD: CON FRIEDRICH NIETZSCHE Y CESARE PAVESE, HUER FANOS BAJO EL CIELO DE TURIN, Frederic Pajac, Editorial Síntesis, 2000.

LA POESIA DE CESARE PAVESE: ATRAVESANDO LA MIRADA EN EL ESPEJO , Muaoz R. José,  UNIVERSIDAD DE EXTREMADURA SERVICIO, 2002.

LO INALCANZABLE: LAS MUJERES EN LA VIDA Y LA OBRA DE FRANZ KAFKA, FERNANDO PESSOA Y CESARE PAVASE, Luís Gruss, Capital Intelectual, 2008.